Sáb. Abr 27th, 2024

La celebración del 70 aniversario de la Declaración Schuman llega cuando Europa se  enfrenta al reto más difícil desde el final de la Segunda Guerra Mundial: una crisis sanitaria, económica y social provocada por el brote de COVID-19.

La Declaración Schuman, que sentó las bases de nuestra Unión Europea, puso en marcha un proyecto político único y genuino con miras a garantizar la paz y la  prosperidad y mejorar la vida de todos los ciudadanos europeos. 

Hace ya 70 años, la Declaración Schuman contenía la idea de que 
«Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará 
gracias a realizaciones concretas, que creen en primer 
lugar una solidaridad de hecho».

Este enfoque paso a paso ha conducido a la Unión tal como la conocemos hoy.

Desde el inicio, el proyecto europeo ha tenido como objetivo construir una comunidad política y económica, basada en los valores surgidos de nuestra historia europea común, como la solidaridad, la apertura, la libertad, la tolerancia, la igualdad en la diversidad y el respeto del Estado de derecho.

Jean Monnet, redactor de la Declaración Schuman, afirmó que «la gente solo acepta el cambio cuando se enfrenta a la necesidad, y solo reconoce la necesidad cuando la acecha la crisis». Cada crisis es una oportunidad para dar un paso adelante. De manera similar, la crisis actual subraya la urgencia de que la Unión se ponga a trabajar para ser más eficaz, democrática y próxima a los ciudadanos. 

Durante los últimos 70 años, el mundo ha cambiado radicalmente y el papel de la Unión es más crucial que nunca. En un nuevo orden geopolítico emergente y en el contexto de una emergencia ecológica, nuestra responsabilidad es aceptar convertirnos en una fuerza mundial para la estabilidad y la paz, el Estado de derecho, la sostenibilidad y el multilateralismo.

Esta crisis ha demostrado, a un coste muy alto, que la Unión sigue siendo un proyecto inacabado y que la incapacidad para organizar la solidaridad o para contrarrestar los ataques en curso contra los derechos fundamentales y el Estado de derecho no son debates teóricos.

Puesto que vamos a hombros de gigantes, la capacidad de las instituciones europeas y de todos los Estados miembros para responder a los actuales desafíos sanitarios, sociales, económicos, ambientales, institucionales y de seguridad debería ser por lo menos proporcional a la ambición política contenida en la Declaración Schuman. Debemos reforzar y profundizar la legitimidad democrática de la Unión, y garantizar que sus políticas y su liderazgo sean la expresión de los ciudadanos europeos en una verdadera democracia parlamentaria europea.

Consideramos que es el momento de mantener un debate ambicioso sobre el futuro de Europa con los ciudadanos de la Unión y todas las partes interesadas, a fin de dar forma a la Unión en la que queremos vivir juntos y de llegar a un acuerdo entre los ciudadanos europeos sobre los fundamentos políticos que queremos construir para la recuperación del continente europeo. La solidaridad se ha convertido en la condición principal de nuestros futuros logros comunes.

En este contexto, seguimos pensando que el proyecto paneuropeo previsto, la Conferencia sobre el Futuro de Europa, es el foro adecuado para cumplir esta ambición. Es necesario convocar la Conferencia cuanto antes, y esta debe tener como resultado propuestas claras mediante la participación directa y significativa de los ciudadanos, con el fin de llevar a cabo una reforma profunda de la Unión, que permita, ante todo, tomar decisiones en favor del interés europeo común de manera que la UE esté más unida y sea más eficaz, democrática, soberana y resistente.

Reafirmamos la posición del Parlamento y tomamos nota de la posición de la Comisión de que las tres instituciones deben pactar conjuntamente el proceso de la Conferencia, su concepción, estructura, calendario y ámbito de aplicación. Por lo tanto, pedimos al Consejo que presente una propuesta ambiciosa en relación con la Conferencia.

Más allá de la alegría y la gratitud por haber vivido unidos y en paz durante 75 años, debemos recordar que la solidaridad no termina en nuestras fronteras. La actual pandemia nos recuerda la importancia del multilateralismo para afrontar juntos los retos y las crisis comunes. En lugar de volver a un egoísmo nacional, el camino a seguir debe ser una Unión Europea más fuerte e integrada, que colabore estrechamente con los socios internacionales en un espíritu de equidad y comprensión mutuas.

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