Lun. May 20th, 2024

La radicalización es una creciente amenaza transfronteriza pero, ¿cuáles son las causas y qué está haciendo la UE para prevenirla?

La radicalización no es un fenómeno nuevo, pero supone, cada vez más, un desafío y una gran amenaza como consecuencia de las nuevas tecnologías y la creciente polarización de la sociedad.

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¿Qué es la radicalización?

Los ataques terroristas en Europa acometidos recientemente, muchos de los cuales fueron perpetrados por ciudadanos europeos, ponen de relieve la amenaza persistente de la radicalización «local». La Comisión Europea la define como el fenómeno de personas que adoptan opiniones, puntos de vista e ideas, que podrían desembocar en actos terroristas.

La ideología es una parte intrínseca del proceso de radicalización, junto a un profundo fundamentalismo religioso. Sin embargo, la radicalización rara vez se alimenta únicamente de la ideología o la religión. A menudo comienza con personas que se sienten frustradas con sus vidas, la sociedad o las políticas internas y externas de sus gobiernos. No existe un único perfil de persona susceptible a verse involucrada en el extremismo, pero las comunidades marginadas y que sufren discriminación o pérdida de identidad proporcionan un terreno fértil para el reclutamiento radical.

También se considera que la participación de la Europa occidental en zonas de conflicto como Afganistán o Siria tiene un efecto radicalizador, especialmente en las comunidades de inmigrantes.

¿Cómo y dónde se radicalizan las personas?

Los procesos de radicalización recurren a las redes sociales para unir a las personas y mantenerlas conectadas. Tanto las redes de contacto físico como por internet proporcionan espacios en los que las personas pueden radicalizarse y, cuanto más cerrados son dichos círculos, más probabilidades tienen de funcionar como puntos de encuentro donde los participantes afirman creencias extremas sin ser cuestionados.

Internet es uno de los principales canales por donde se difunden opiniones extremistas y se reclutan seguidores. Las redes sociales han magnificado el impacto de la propaganda yihadista y de la extrema derecha al proporcionar un fácil acceso a un público objetivo amplio y brindar a las organizaciones terroristas la posibilidad de utilizar la «difusión segmentada» para enfocarse en reclutas o crear «ejércitos de trolls» para apoyar y difundir su propaganda.

Según el informe Situación y tendencias del terrorismo de la UE de 2020, en los últimos años, las aplicaciones de mensajería cifrada, como WhatsApp o Telegram, se han utilizado ampliamente para la coordinación, la planificación de ataques y la preparación de campañas.

También se conoce que algunas organizaciones extremistas tienen como objetivo escuelas, universidades y lugares de culto, como mezquitas.

Las cárceles también pueden ser un terreno fértil para la radicalización, debido a que se producen entornos cerrados. De hecho, al estar privados de sus redes sociales, los reclusos son más propensos a explorar nuevas creencias y asociaciones y a radicalizarse en prisión, más que en cualquier otro lugar. Las cárceles con poco personal normalmente no pueden captar este tipo de actividades extremistas.

La lucha de la UE para prevenir la radicalización

Aunque la responsabilidad principal de abordar la radicalización recae en los países de la UE, se han desarrollado herramientas para ayudar a nivel europeo:

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