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Los jóvenes, ahora contagiados, estuvieron nueve meses disciplinados en los colegios

Vicente Llorca LlinaresVICENTE LLORCA LLINARES .  Viernes, 23 julio 2021. Canarias7.

Denostar a los docentes ha sido algo usual. Con estoicismo han sobrellevado la desconsideración de amplios sectores. Lo de pasar más hambre que un maestro escuela es la descripción, en forma de dicho popular, de la poca consideración que este país ha profesado a los profesores desde siempre. Por no hablar de los reproches por disfrutar de «tres meses de vacaciones», lo que les ‘sitúa’ en el rol de privilegiados entre los trabajadores. 

Así se desgañiten recordando que a la escuela se va a aprender y que la educación ha de recibirse en casa, lo cierto es que muchas veces los educadores, es decir, los padres, hacen dejación de su responsabilidad y descargan en los maestros la función que nos les compete, pretendiendo convertir los colegios en guarderías en las que aparcar a sus hijos durante sus agotadoras horas de jornada laboral o de desamparo por falta de trabajo.

La quinta ola de esta pandemia que sufrimos se desató con la conclusión del curso escolar y afecta preferentemente a los jóvenes, esos que durante nueve meses estuvieron disciplinados en los centros escolares, gracias al tesón y buen hacer de sus profes. ¿Aún dudamos de su valor? 

A ellos les tocó estudiar hasta cuatro protocolos, aprender a usar medidores de CO2, conocer el plano de su centro de trabajo para generar ventilación cruzada para evitar contagios, hacer de rastreadores, dar clases con ventanas abiertas, de forma presencial y también telemática. Y lo consiguieron. El curso concluyó como nadie lo había imaginado, preservando la salud de la absoluta mayoría. 

El trabajo realizado es de matrícula de honor. A ellos se lo debemos. Llegaron las vacaciones y estas tenemos. Y pensar que ha habido padres que denunciaron el «secuestro» que sufrían sus hijos cuando se les obligó a estar en cuarentena como consecuencia de un contagio masivo habido en Mallorca en un viaje de fin de curso que los profes no aprobaron y sí autorizaron los progenitores… 

¿Aún necesitan más datos para poner en valor a los docentes? Mientras, como escribía Marta Marco Alairo, jefa de Estudios de uno de los institutos con alumnos afectados por ese macrobrote de Mallorca, ahí siguen «clamando en este desierto por una reforma efectiva del sistema educativo que nos devuelva las horas de Literatura secuestrada, de Historia y de Filosofía en la lengua que amamos (no a la que amamos) y que se dejen de nimiedades que conducen a crear adultos infantilizados, egoístas y flojos».

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